A medida que Argentina se acerca a un momento decisivo con el balotaje entre Sergio Massa y Javier Milei, una tendencia preocupante ha surgido en el ámbito digital. Las plataformas de apuestas han abierto la posibilidad de monetizar las preferencias políticas, permitiendo a los usuarios apostar por el resultado de las elecciones, como si se tratara de un partido de fútbol.
Este fenómeno, que no es exclusivo de Argentina, plantea interrogantes éticos y legales significativos. ¿Es adecuado tratar las elecciones, un pilar fundamental de la Democracia, como un mero juego de azar? ¿Cuál es el mensaje que se transmite a la ciudadanía cuando el futuro político del país se reduce a cuotas y probabilidades?
Una de las plataformas involucradas, Bplay, se basa en cuotas para establecer sus apuestas. Según las encuestas, el candidato de Unión por la Patria parece ser el favorito, pero es el menos rentable desde el punto de vista del apostador. El sistema propone una ecuación simple: si Milei gana, el retorno es de 1,85 por cada peso apostado; si lo hace Massa, es de 1,70.
Esta ludificación de las elecciones presidenciales trae consigo una serie de consecuencias potencialmente dañinas. Desvía la atención de las políticas y las plataformas de los candidatos hacia un enfoque más superficial y especulativo, trivializando la importancia de un proceso que debería basarse en la deliberación informada y el compromiso cívico.
La justicia electoral está tomando medidas firmes para garantizar la integridad del proceso electoral en Argentina. Además de vigilar el cumplimiento de la veda electoral y las restricciones en las redes sociales, se está prestando especial atención a la no publicación de resultados antes del momento adecuado.
