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Día del amigo: Butch Cassidy y Sundance Kid la amistad que se selló para siempre en Cholila

La Amistad Eterna de Butch Cassidy y Sundance Kid: Una Crónica desde Cholila
En las vastas llanuras de la Patagonia argentina, donde el viento susurra historias de aventuras y desventuras, se encuentra Cholila, un rincón olvidado en la provincia de Chubut que guarda el eco de una de las amistades más legendarias del Lejano Oeste: la de Butch Cassidy y Sundance Kid. Esta no es solo la historia de dos forajidos que desafiaron la ley, sino un relato sobre un vínculo inquebrantable que trascendió fronteras, persecuciones y el inexorable paso del tiempo.


El refugio en la cabaña de Cholila


Corría el año 1901 cuando Robert Leroy Parker, conocido como Butch Cassidy, y Harry Alonzo Longabaugh, alias Sundance Kid, llegaron a la Patagonia huyendo de la implacable persecución de la Pinkerton, la agencia de detectives que los seguía por sus célebres robos a bancos y trenes en Estados Unidos. Acompañados por Etta Place, la misteriosa compañera de Sundance, los forajidos encontraron en Cholila un remanso de paz, un lugar donde reinventarse lejos del polvo y las balas.
En ese rincón patagónico, construyeron una cabaña de troncos a orillas del río Blanco, un hogar sencillo pero acogedor que aún hoy se conserva como testimonio de su paso. La cabaña, con su estructura de madera rústica y su chimenea humeante, fue más que un refugio físico; se convirtió en el escenario de una amistad forjada en la adversidad. Allí, Butch y Sundance no eran los temidos líderes de la «Wild Bunch», sino dos hombres que soñaban con una vida tranquila, trabajando la tierra y criando ganado.
Durante casi cinco años, los forajidos vivieron como rancheros, ganándose el respeto de los lugareños. Butch, con su carisma y astucia, se presentaba como un hombre de negocios, mientras Sundance, más reservado pero leal, complementaba su carácter. La cabaña de Cholila fue testigo de noches de conversaciones, planes a medio hacer y risas compartidas bajo el cielo estrellado de la Patagonia. Era un lugar donde la amistad entre ambos se fortalecía, un oasis temporal en su vida de huidas.


Una amistad a prueba de balas


La relación entre Butch Cassidy y Sundance Kid no era solo la de dos socios en el crimen. Era una hermandad cimentada en la confianza mutua, en la certeza de que, sin importar las circunstancias, uno siempre cubriría la espalda del otro. Butch, el cerebro estratega, y Sundance, el tirador habilidoso, formaban un dúo imbatible. Su camaradería se nutría de un entendimiento tácito: juntos podían enfrentar cualquier peligro, desde emboscadas hasta traiciones.
En Cholila, lejos de los atracos y las persecuciones, su amistad se expresó en los detalles cotidianos: en el trabajo compartido en el campo, en las charlas junto al fuego, en la complicidad de quienes saben que el mundo los busca, pero aún así encuentran motivos para sonreír. Sin embargo, el pasado siempre encuentra la forma de alcanzar a quienes huyen. Hacia 1905, rumores de que los Pinkerton habían rastreado su paradero obligaron a Butch, Sundance y Etta a abandonar la cabaña y continuar su fuga, esta vez hacia Bolivia.


El trágico final en San Vicente


La crónica de esta amistad encuentra su desenlace en las tierras altiplánicas de Bolivia, en noviembre de 1908. Tras años de moverse entre sombras, Butch y Sundance fueron acorralados en San Vicente tras un robo frustrado. Rodeados por soldados bolivianos, libraron su última batalla. La leyenda cuenta que, heridos y sin escapatoria, prefirieron enfrentarse a su destino juntos, como siempre lo habían hecho. Aunque los detalles son difusos —algunos dicen que murieron en el tiroteo, otros que lograron escapar una vez más—, la imagen de ambos luchando codo a codo permanece imborrable.


La cabaña de Cholila, hoy un sitio de interés histórico, sigue siendo un símbolo de su paso por la Patagonia. Sus paredes de madera guardan el eco de una amistad que desafió las leyes de los hombres y del tiempo. Los visitantes que llegan hasta ese rincón de Chubut pueden imaginar a Butch y Sundance planeando un futuro que nunca llegó, pero que, por un instante, pareció posible.


Un legado de lealtad


La historia de Butch Cassidy y Sundance Kid es más que una saga de robos y persecuciones; es un testimonio de la fuerza de la amistad en un mundo hostil. En la cabaña de Cholila, encontraron un respiro, un lugar donde ser algo más que forajidos. Allí, entre las montañas patagónicas, su vínculo se consolidó, demostrando que incluso en la huida, la lealtad y el compañerismo pueden ser el verdadero refugio.
Hoy, más de un siglo después, la cabaña de Cholila sigue en pie, recordándonos que algunas historias, como la de Butch y Sundance, no terminan con un disparo, sino que viven eternamente en la memoria de quienes las cuentan.

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