Franco (Nino), Ariel y Guillermo son una pareja de tres, una trieja, un vínculo que lleva dos años de construcción y que nació de un matrimonio consolidado.
Guillermo y Ariel estaban juntos desde hacía nueve años y casados desde hacía dos cuando apareció Nino, primero como un “amigo virtual” desde Santa Fe. Aquellos chats que duraron años terminaron en un encuentro que les cambió la vida. “Nos enamoramos”, resumen. Lo que empezó como una curiosidad terminó en una historia de amor que hoy los tiene conviviendo y mostrándose tal cual son.
El poliamor no les resultó un terreno fácil. En redes, muchos dudaban de su autenticidad. “Nos preguntan si es acting”, cuentan. Pero los prejuicios pesan más puertas afuera que adentro. “Hay más juicio por ser tres que por ser gays”, señalan. Mientras dos hombres de la mano ya no sorprenden, tres caminando juntos todavía incomoda.
La historia entre Ariel y Guillermo tampoco fue lineal. Se conocieron por un perfil falso en Facebook que Ariel había creado después de ser expulsado de un centro de rehabilitación por enamorarse de un compañero. Entre dudas y una foto de DNI enviada a último momento, el vínculo prosperó y terminó en matrimonio. Pero la rutina, los trabajos cruzados y la falta de tiempo abrieron la puerta a infidelidades que los llevaron a replantear su forma de amar.
La llegada de Nino fue un punto de inflexión. Él venía de otra vida, con hijos, una familia que podía juzgar y una cabeza que no paraba. Los primeros meses fueron duros. “Tenía el bolso siempre listo”, admiten. Integrarse a una pareja estable no fue sencillo, pero la lógica que adoptaron fue simple: dejar fluir. Y funcionó. “Nunca imaginé poder querer a dos personas así”, dice Nino.
La convivencia a tres tampoco es color de rosa. Tres personalidades fuertes, discusiones que se multiplican y celos que aparecen. “Si discutís con tu pareja, es uno. Si discutís en una trieja… son dos voces más”, grafican entre risas. Las tensiones existen, pero también una dinámica que aprendieron a escribir juntos.
Lo que sí les explota es la visibilidad. En TikTok son furor: curiosidad, morbo, admiración y prejuicios conviven en los comentarios. “A la gente le intriga cómo vivimos”, dicen. Entre vivos, anécdotas y humor, construyen una comunidad que crece rápido. Incluso hubo propuestas para que produzcan contenido erótico, ofertas de dinero del exterior y pedidos explícitos. “No queremos”, coinciden. “Tenemos hijos. Nos da miedo que circule algo”.
La trieja sigue adelante, sin actuar, sin disfrazar nada, apostando a un modelo de amor que todavía incomoda pero que para ellos es simple: tres personas que se eligen todos los días, con dudas, torbellinos, peleas, risas y una certeza compartida. Una historia que, lejos del morbo, cuenta algo básico y universal: buscar un lugar donde sentirse en casa.
Con información de Infobae






















