El telón se levanta una vez más para el ritual que paraliza al planeta: el sorteo de la Copa Mundial de la FIFA. Sin embargo, el ambiente en Washington no es solo de expectativa por la conformación de los grupos del Mundial 2026, el más grande de la historia con 48 equipos. Es, sobre todo, un aire impregnado de un sueño persistente, de una cábala emocional que se renueva: la posibilidad de ver a Lionel Messi levantar la Copa del Mundo por segunda vez consecutiva.
La «Albiceleste» llega a esta cita en el bombo 1, con el peso dulce y la confianza de ser la defensora del título, ese que en Qatar 2022 significó el éxtasis para millones. Pero más allá de la suerte que deparen las bolillas (y las conjeturas sobre «bolillas frías» que siempre acompañan estos eventos), la atención se centra en el astro de 38 años.
La Fragilidad de un Campeón y el Deseo del «Último Servicio»
Si bien Messi no estuvo presente en la ceremonia (debido a otros compromisos deportivos, según fuentes cercanas), su voz retumbó en las horas previas como un eco de ilusión y realismo. En una entrevista reciente, el capitán fue cauteloso, pero enfático: «Es un grupo que lo va a volver a intentar, que va a dejar todo y que va a pelear».
El camino al bicampeonato, algo que solo Brasil ha logrado en la historia (1958 y 1962), es, como él mismo advirtió, un sendero de detalles diminutos: «Un Mundial es muy difícil. La pelota puede pegar en el palo y salir, o puede entrar y te deja afuera…». Una verdad que resuena con la épica de la final contra Francia.
Aun sin la confirmación categórica de su presencia en la competencia, la frase «Ojalá pueda estar» alimenta la épica. El mundo del fútbol se prepara para el que se perfila como el «último servicio» de un genio, un final que, para muchos, debe ser tan glorioso como el de Doha. La sola idea de ver a Messi, a sus casi 39 años, como el líder de un equipo que busca defender el trono, es la principal narrativa que el sorteo no puede dibujar, pero sí enmarcar.
El Misterio del Destino en el Bombo 1
Con un formato expandido a 12 grupos, la incertidumbre se multiplica. Los analistas deportivos y las simulaciones de Inteligencia Artificial (como la que ubicó a Argentina en un hipotético y exigente Grupo C con Japón y Noruega) han trabajado sin descanso, pero la única verdad saldrá de las manos de los exjugadores invitados a sacar las esferas.
La hinchada argentina no solo mira los nombres de los posibles rivales con lupa. Mira también las sedes y los calendarios, preguntándose: ¿Será este un grupo accesible para que Leo y los suyos lleguen con el menor desgaste posible a las fases eliminatorias?
La Mochila del Campeón
La Selección Argentina, según Messi, se quitó un «peso» inmenso con la conquista de 2022. Ya no cargan la mochila de la frustración histórica. Ahora llevan la de la gloria y el orgullo. Este cambio de mentalidad, forjado bajo el liderazgo de Lionel Scaloni, es una «motivación extra» que se suma a la calidad individual y el compañerismo que el capitán siempre destaca. «Este grupo tiene una mentalidad ganadora, de querer más».
El sorteo es solo el punto de partida, el mapa que se despliega. Pero el verdadero camino se recorrerá en la cancha. Hoy, la bolilla más importante ya está girando en el aire: la que guarda la salud, la motivación y la magia de Lionel Messi, el hombre que le prometió al mundo un último intento para seguir haciendo historia.
