Por Mariela Belski, es directora ejecutiva de Amnistía Internacional Argentina.
Me gusta pensar que en la historia de los derechos humanos hay puntos de fuga que dejan una estela imborrable en el desarrollo de los acontecimientos. Me refiero a esos lugares que, una vez que son transitados por las sociedades, ya no dejan opción de retorno debido a la transformación que generan. El 3 de junio de 2015 es un punto de fuga en la historia de las mujeres de Argentina y de la región.
Ese día, miles de mujeres y diversidades se concentraron en los alrededores del Congreso Nacional y en 80 ciudades de Argentina, para decir #NiUnaMenos. La movilización surgió como un reclamo contra los femicidios, pero reveló un entramado de necesidades y urgencias.
Las plazas se colmaron de carteles con el rostro de mujeres asesinadas. Sus familiares ocuparon el espacio para contar sus historias: las de las hijas, hermanas, primas víctimas de la violencia. Un clima de luto sobrevolaba el aire, pero también el germen de una serie de reclamos por mayor igualdad, que fue creciendo con el paso de los años.
En nuestro país, hasta 2016, en promedio, se cometía un femicidio cada 30 horas. En 2020 se cometió un femicidio cada 35 horas, según reporta la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia. Estos datos muestran, lamentablemente, que Ni Una Menos es una expresión de deseo que no tiene su correlato en las estadísticas oficiales, aunque en estos años hemos dado pasos importantes.
Aquél 3 de junio de 2015, un grupo de artistas y activistas, leyeron un documento frente al Congreso de la Nación, que contenía al menos nueve reclamos. Voy a analizar tres de ellos para recordar qué se pidió el 3 de junio de 2015 y cuál es la situación de esos reclamos hoy.
Hace seis años, se solicitaba la instrumentación y asignación de presupuesto acorde a la Ley de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia. En esta línea, y si bien queda mucho por hacer, se sancionó el Plan Nacional contra las Violencias por motivo de género 2020-2022 y el Plan Nacional de Igualdad en la Diversidad 2021-2023.
Otro de los reclamos de 2015 fue la recopilación y publicación de estadísticas oficiales sobre violencia hacia las mujeres. Si analizamos este reclamo a la luz del paso del tiempo, podemos ver que este es uno de los puntos más críticos. Lograr la implementación de un sistema único de registro de denuncias permitiría hacer un seguimiento y diagnóstico de la problemática, un insumo imprescindible para el diseño e implementación de políticas públicas.
Garantizar la implementación del monitoreo electrónico de los victimarios para asegurar que no violen las restricciones de acercamiento, fue uno de los reclamos más fuertes de 2015. Seis años después, la Justicia usa menos del 50% de las pulseras o dispositivos duales disponibles en el país para monitorear a varones denunciados por violencia de género.
Hace falta profundizar el diálogo interinstitucional y desarrollar protocolos de articulación entre los distintos poderes del Estado y en todas las jurisdicciones del país, para que estas fallas no sigan sucediendo, porque los errores del sistema ponen en riesgo la vida de las denunciantes.
A seis años del primer #NiUnaMenos, no puedo dejar de destacar algunos desarrollos positivos, como la creación del Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad y su correlato en el diseño e implementación de políticas públicas con perspectiva de género. Nada es de un día para el otro, los avances son procesos y muchas veces llevan años. Por supuesto, queda mucho por hacer para que Ni Una Menos sea una realidad en nuestro país.