La app de citas recopiló y vendió las ubicaciones de los usuarios a través de redes publicitarias, aunque ya dejó de hacerlo.
La ubicación de millones de usuarios de todo el mundo de la aplicación de citas Grindr, que usan personas homosexuales y bisexuales, fue vendida desde al menos 2017 y por aproximadamente dos años, luego de haber sido recopiladas a través de una red de publicidad digital, informó The Wall Street Journal, citando fuentes vinculadas con el caso.
Ya en 2018 se conoció que, a través de una técnica de trilateración, se podía conocer la distancia de los usuarios teniendo en cuenta tres puntos virtuales a su alrededor. El primer paso era acceder a la API y una vez que se obtenía la distancia entre los usuarios y los tres puntos de ubicación cercanos a ellos, se podía calcular dónde se producían las intersecciones de las tres distancias. Existen varias aplicaciones que pueden hacer este cálculo de manera automática y en tiempo real. Por medio de esta técnica se podía extraer información de todos los usuarios de Grindr en una ciudad y conocer no solo su ubicación, sino los datos de su perfil, incluyendo nombre, edad, foto y su estatus de HIV, según reportó entonces el sitio Queer Europe.
Cuando los usuarios compartían su ubicación no esperaban que se conociera con exactitud cada uno de sus pasos y mucho menos que este dato, junto con su información de perfil puedan ser obtenidos por cualquiera que tuviera acceso a los servidores de Grindr.
En diciembre pasado, la Autoridad de Protección de Datos de Noruega (DPA) impuso a Grindr una multa de 65 millones de coronas (6,3 millones de euros) por la venta de los datos de sus usuarios sin que estos hubiesen expresado consentimiento alguno. El ente regulador advirtió entonces que las leyes europeas prohíben que la información personal se utilice como método de pago por un servicio digital. Esto se debe a que la aplicación de citas usaba la llamada publicidad conductual para financiarse e informaba a los usuarios que estaban pagando ese servicio con sus datos personales, pero evitaba indicar que esa información era vendida a terceros y tampoco existía la posibilidad de rechazar que sus datos se usaran de ese modo. En caso de rechazo por parte del usuario se le cobraba una cuota de suscripción.
De esta forma, los movimientos precisos de millones de usuarios de la aplicación se recopilaron de una red de publicidad digital y se pusieron a la venta. La información estuvo disponible para la venta desde al menos 2017, y es posible que aún se puedan obtener datos históricos, dijeron las fuentes citadas por WSJ. Hace dos años, Grindr cortó el flujo de datos de ubicación a cualquier red publicitaria, lo que puso fin a la posibilidad de tal recopilación de datos en la actualidad, aseguró la compañía.
“Desde principios de 2020, Grindr ha compartido menos información con socios publicitarios que cualquiera de las grandes plataformas tecnológicas y la mayoría de nuestros competidores”, dijo un portavoz de Grindr en un comunicado. La compañía, agregó, paga un precio por reducir los datos compartidos, incluida una menor calidad de los anuncios para los usuarios y menores ingresos. El portavoz agregó: “Las actividades que se han descrito no serían posibles con las prácticas de privacidad actuales de Grindr, que hemos tenido durante dos años”.
Cada vez que un usuario abre una aplicación, se comparte información sobre el teléfono, como por ejemplo la ubicación, y esto permite orientar con gran precisión las publicidades. Estos datos pueden ser la ubicación, si el usuario dio permiso a una aplicación, los datos del estado del teléfono. La mayoría de los usuarios eligen compartir la ubicación con Grindr para conectarse con otros usuarios cercanos. Esa funcionalidad es lo que la hizo atractiva como aplicación cuando se fundó en 2009.
Fuente: Infobae
