El plan de financiamiento que el gobierno de Javier Milei buscaba cerrar con el Tesoro de Estados Unidos quedó en pausa. Según reveló The Wall Street Journal, las principales entidades financieras —JP Morgan, Bank of America y Citigroup— decidieron dar marcha atrás con el paquete de USD 20.000 millones que se analizaba para apuntalar la estrategia económica argentina.
El proyecto había sido impulsado por Scott Bessent, funcionario clave del Tesoro estadounidense. Pero las negociaciones se trabaron por la falta de definiciones sobre los colaterales necesarios para blindar a los bancos frente a eventuales pérdidas. Sin esa garantía, el riesgo de la operación se volvió demasiado alto y el entusiasmo inicial se diluyó.
Ante ese escenario, los bancos comenzaron a evaluar un esquema mucho más acotado: una línea de repo cercana a los USD 5.000 millones. Ese monto permitiría cubrir un pago de deuda soberana de alrededor de USD 4.000 millones que Argentina enfrenta en enero, pero queda lejos del ambicioso diseño original.
La publicación del WSJ se expandió rápido en redes y generó ruido político. Frente a una cuenta libertaria que replicó la noticia con un exabrupto, el ministro de Economía, Luis Caputo, eligió responder de manera breve y en tono de desmentida, sin ofrecer precisiones sobre el estado real de las gestiones.
El préstamo directo respaldado por el Tesoro había sido anunciado en paralelo al swap de USD 20.000 millones para el Banco Central. Mientras ese swap se formalizó a fines de octubre, del crédito no hubo avances públicos.
Si finalmente prospera la versión reducida del financiamiento, solo alcanzaría para cubrir los vencimientos de enero, estimados en cerca de USD 4.500 millones. Pero no resolvería el calendario de pagos hasta 2027, que suma unos USD 35.000 millones. Para sostenerlos, el Gobierno dependerá de su capacidad de regresar a los mercados internacionales, un objetivo previsto para 2026.
En este clima, el riesgo país continúa por encima de los 600 puntos —cerró en 620 el último jueves— y los analistas plantean que deberá perforar los 500 para que los bonos argentinos recuperen atractivo y vuelvan a entrar en el radar de los inversores.
























