Se llama Ian Alejandro Rubey, es licenciado en Ciencias Biológicas y vive en Puerto Madryn. Está en la semana 33 de gestación y como no se extirpó las mamas su deseo es amamantar a sus hijos.
Ian Rubey tiene 31 años y está embarazado de 33 semanas lo que significa que, a lo sumo, sus hijos nacerán a comienzos de agosto. Es un varón trans, también es licenciado en Ciencias Biológicas, y así lo conocieron sus alumnas y alumnos del colegio secundario en el que trabaja.
Su deseo no era sólo gestar a sus hijos sino tenerlos por parto vaginal.
“Quería formar mi familia pero no se me ocurría pensar en gestar, precisamente porque lo asociaba con la idea de ser mujer”, desanda. “Yo estaba intentando apropiarme de mi identidad masculina y hacerla parte total y absoluta de mi vida, me estaba inyectando testosterona. No me cuadraba ni por casualidad que se podía ser hombre y estar embarazado, al contrario, sentía que iba a ir en desmedro de mi masculinidad” cuenta a Infobae.
Que otros varones contaran y mostraran sus historias como padres gestantes fue, para él, la puerta de entrada a esto que es: un papá que gesta, un papá que va a dar la teta. Ian, entonces, empezó a seguir en las redes sociales a dos hombres trans españoles que estaban embarazados “y vi que por más que tuvieran una panza de 8 meses su identidad no cambiaba. Eran ellos, seguían siendo ellos”.
“Estar embarazado no va en contra de mi masculinidad, ni siquiera con esta panza de 8 meses”, sostiene él. De hecho, a diferencia de otros hombres trans, Ian no se hizo la doble mastectomía, por lo que tiene pensado amamantarlos “al menos por un tiempo, hasta que necesite volver a recuperar mi cuerpo”.
En los dos trabajos tendrá una licencia extendida por gestación múltiple “aunque lamentablemente todavía se llama licencia por maternidad, cuando está claro que yo no voy a ser la madre sino el padre, que le estoy poniendo el cuerpo a la paternidad”.
Aquello de tener un hijo solo, al final, fue tomando formas nuevas con el correr de los meses, porque ya embarazado, Ian se puso en pareja con Patricia, una joven de Buenos Aires que decidió mudarse a Puerto Madryn pronto para acompañarlo en la crianza. “Como que nos encontramos dos personas que estábamos deseando lo mismo en el mismo momento, ¿no?”, se despide él, con la sonrisa de primavera y a punto de que la vida, otra vez, se ponga patas arriba.
