Aunque todavía persiste la brecha salarial entre varones y mujeres, en los últimos años creció la participación del empleo femenino en sectores históricamente “masculinizados” y en aquellos que perciben salarios más altos. Si bien el avance en materia de equidad es notorio, aún no se observa un cambio cultural profundo en materia de tareas domésticas, lo que influye en el desarrollo profesional de las mujeres.
“La tendencia es alentadora, pero todavía estamos lejos. En base a los últimos datos disponibles, en Argentina, solo el 28% de los cargos directivos son ocupados por mujeres, mientras en el caso de las jefaturas su participación alcanza el 20%. Entre otros factores, este fenómeno puede explicar, en parte, la existencia de la brecha salarial por género, en donde el ingreso promedio de la mujer es cerca de un 25% inferior al de los hombres. Sin embargo, se observa un fuerte incremento en ambas variables”, señaló un informe de Abeceb.
Además, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), un 30% de las mujeres que ocupan puestos directivos en la empresa mejoran el rendimiento comercial en un 9%. El estudio demuestra que las empresas no solo se ven beneficiadas por el incremento de su rentabilidad y productividad, sino también por la capacidad para atraer y retener el talento, una mayor creatividad, innovación y apertura; por la mejora de la reputación y por el potencial para captar mejor el interés y la demanda del cliente interno y externo.
En la misma línea, desde Bitson aseguraron que las empresas con equipos de trabajo con mayor equilibrio de género tuvieron un 39% más de probabilidades de tener un crecimiento económico en 2023.
También, se registró un fuerte aumento en la participación femenina en sectores en donde históricamente existieron -y todavía existen- barreras para su ingreso, ya sea como resultado de las características propias de la actividad o por distintos factores culturales. A modo de ejemplo, la participación femenina en el empleo minero creció del 8% al 12% en los últimos cuatro años, en el sector energético aumentó del 15% al 19% y en el sector financiero avanzó del 11% al 14% en el mismo período.
“Estos sectores presentan factores particulares que durante décadas desalentaron la inserción laboral femenina, dentro de los cuales se encuentran el régimen laboral (como el roster minero, que incluye la necesidad de pasar largos períodos fuera de los hogares), el fuerte desgaste físico y la precariedad de la seguridad e higiene, además de una cultura organizacional configurada bajo un esquema en donde el empleo era únicamente masculino” sostuvo ABECEB.
Por su parte, la Federación Argentina de la Mediana Empresa (Fecoba) realizó una encuesta sobre la participación femenina empresarial en roles de liderazgo, de ello surge que el 39% de las mujeres tienen una participación mediana, el 42% una participación baja, el 26% una participación alta, y el resto no sabe.
Ante la pregunta sobre si se ha observado cambios significativos en términos de igualdad de género en el ámbito laboral, el 62% respondió que si, el 23% que no, y el 15% no está segura.
“En los últimos años la mujer ha mostrado una gran capacidad de adaptación a estas características, adquiriendo nuevas herramientas que facilitan su inserción. Del mismo modo, el ámbito laboral en estos sectores ha cambiado significativamente, pasando de ser hostil y excluyente a ser percibido como más ameno e inclusivo. En el caso particular del sector minero, se registra una creciente demanda de empleo femenino en proyectos vinculados a la explotación de litio, con lo cual se espera que el sendero de crecimiento registrado se profundice en los próximos años”, destacó Natacha Izquierdo, responsable de la práctica sectorial de ABECEB.
En sectores de alto valor agregado, la Argentina lidera en la región el porcentaje de participación de candidatas mujeres para puestos de trabajo en la industria tecnológica, con un promedio del 45% del total de los postulantes, alrededor de 10 puntos por encima de Uruguay y Brasil. Si bien aún no está en los niveles ideales, la influencia positiva de las mujeres en el área ha hecho que cada vez sea más importante su participación, asumiendo puestos de jerarquía.
“A medida que las barreras de género van cediendo, las mujeres se encuentran en posiciones de mayor influencia y poder. En los negocios, en la ciencia, las artes y en la política -aunque acá los tiempos son más lentos- las mujeres están liderando el camino hacia un futuro más inclusivo y equitativo”, sostuvo Izquierdo.
Sin embargo, según los últimos datos disponibles del Indec al tercer trimestre de 2023, la brecha de ingresos total entre varones y mujeres alcanzó el 26,4%.
En suma, según Ecofeminita, el 69% de las tareas domésticas son realizadas por mujeres. “La feminización de las tareas de cuidado penaliza a estas últimas, haciendo que enfrenten extensas cargas de trabajo en el hogar y, por ende, imponiendo una fuerte restricción temporal y afectando el acceso al mercado de trabajo y a la trayectoria laboral”, señaló la organización.
En el mismo sentido, si se analiza cómo se distribuye el día en personas ocupadas mayores de 18 años con demandantes en el cuidado del hogar (hijos por ejemplo) se observa que las mujeres destinan menos tiempo al trabajo remunerado y a las actividades personales.
Respecto a esto último y su influencia en la autonomía financiera de las mujeres, Bitso señaló: “El trabajo no remunerado, los estereotipos de género respecto a las finanzas y la falta de información son algunos de los factores que impiden que las mujeres accedan a servicios y productos financieros. De acuerdo con el último informe sobre la Inclusión Financiera en el Mundo, en los países con economías en desarrollo, el 74% de los hombres cuenta con algún producto financiero y el 68% de las mujeres tiene alguno”.
Fuente: Infobae