La madrugada del domingo 5 de octubre, Comodoro Rivadavia volvió a ser escenario de un episodio de violencia fatal. Un joven de 25 años, identificado como Ariel Nicolás, fue asesinado a balazos frente a una estación de servicio céntrica, en la intersección de Hipólito Yrigoyen y Ducós, mientras trabajaba junto a un grupo de compañeros.
Su muerte causó una profunda conmoción, no solo por la brutalidad del ataque, sino también por el clamor de su familia, que desde Buenos Aires exige respuestas y justicia ante un caso que, hasta el momento, sigue rodeado de incertidumbre.
En medio del dolor, su pareja Agustina expresó a través de las redes sociales una serie de mensajes desgarradores que reflejan la magnitud de la pérdida.
“Te amo, bebé, te voy a esperar siempre a que vuelvas de este maldito viaje. Hasta mi último suspiro te voy a amar”, escribió, y agregó: “Ayúdame a ser fuerte y a enfrentar todo lo que me quede por recorrer sin vos. Vos eras mi vida, solo éramos vos y yo y después el mundo”.
Con palabras cargadas de amor y desconsuelo, lo recordó como un joven noble, alejado de los conflictos:
“Jamás nadie va a decirme lo que eras, te conocí mejor que nadie. Trabajador, buena persona, sin vicios, un pibe de bien que no merecía que le quitaran la vida de esa manera. Mi amor, hoy dejaste mi alma destrozada, mis sueños en un tacho de basura”.
Agustina destacó también el cariño que Ariel generaba en su entorno:
“Todos te quieren, todo un barrio te recuerda y llora. Sos lo más dulce que existía, sin maldad, incapaz de hacerle daño a nadie”.
“Queremos justicia, nadie nos da respuestas”
Desde General Villegas, su suegra Laura Gutiérrez relató el calvario de la familia, que logró reunir el dinero necesario para trasladar el cuerpo del joven a su ciudad natal. “Sí, ya logramos juntar el dinero para traerlo. Queremos justicia por la muerte cruel que tuvo”, expresó en diálogo con ADNSUR.
Con angustia, cuestionó el silencio de las autoridades: “Nadie dice nada. La policía no informa, el papá está allá y no le dan respuestas. En un lugar con cámaras, cerca de la comisaría, no puede ser que no encuentren a los que hicieron esto”.
Laura recordó a Ariel como un chico tranquilo, educado y trabajador. “Era una persona increíble, no molestaba a nadie, supereducado, solo iba a trabajar. Apenas había empezado este trabajo ambulante, vendía medias, y estaba haciendo su último viaje para descansar este verano”, contó.
Su testimonio se mezcla con el desconcierto: “Desde acá no podemos hacer nada, no tenemos medios para estar allá y pedir justicia. Solo queremos saber qué pasó, entender por qué lo mataron”.
Mientras uno de los amigos que lo acompañaba continúa internado, el padre de Ariel permanece en Comodoro Rivadavia siguiendo de cerca la investigación.
“Todo un barrio, toda una familia, todos los que lo conocían están destruidos”, concluyó Laura, con la voz quebrada.
El caso, que representa el décimo homicidio del año en Comodoro Rivadavia, sigue bajo investigación judicial. Pero más allá de las pericias y las hipótesis, el reclamo de su familia es claro: “Queremos justicia por Ariel. No merecía morir así”.
