Opinión: «Claves de Negocio con Patagonia Argentina» Por Jorge Sánchez
Patagonia en el siglo XXI mantiene la incertidumbre propia del desierto, la dureza de la estepa, los misterios de su cordillera y las promesas del océano fecundo. Su inserción de cara al nuevo siglo también es incierta y su actualidad dura. Cómo convertir su fecundidad en verdadera oportunidad, un misterio. La información sistematizada con un enfoque renovado hacia el comercio exterior, podría ser la clave. Ello ocupa a apasionados visionarios entre empresas e instituciones en la región, de los que conviene tomar nota a la hora de evaluar iniciativas de negocio.
Las ventas externas de Argentina cayeron en 2020 un 15%. Las patagónicas un 24,7% cuando representan solamente un 8,7% de total. Nuestras exportaciones transitan además una importante primarización. En 2010 sus manufacturas de origen industrial (MOI) representaban un 39% de las exportaciones. En 2019 se redujeron al 30%. Patagonia entretanto, no dejará de ser un proveedor de recursos naturales y energía. Pero solo en la medida en que resuelva importantes desafíos que le impone la transformación digital de la economía a su inserción internacional.
El entorno de los negocios en cualquier latitud sufre evidentemente la irrupción de la crisis sanitaria, pero lo esencial es que esto opera en la nuestra como una serie de rupturas en procesos económicos, políticos y sociales disparadas por la manera en que fue enfrentada. En todas esas dimensiones han surgido problemas nuevos que difícilmente puedan ser abordados con la manera habitual de entenderlos y tratarlos. Por eso puede llamarse complejo al actual entorno de negocios patagónico. Presenta una serie de desafíos de implicaciones y relaciones variadas y difíciles de observar. Se manifiestan como problemas urgentes en actividades que podrían ver amenazada o condicionada su existencia o bien por mostrar alternativas fuera de agenda hasta ahora.
Las exportaciones patagónicas se componen fundamentalmente de petróleo crudo, piedras y metales preciosos, pescados y mariscos elaborados o sin elaborar, y lana. Commodities sujetos a una contracción coyuntural y a trayectorias de cambio en el mediano y largo plazo en esos mercados internacionales. Inexorablemente impactarán sus niveles de actividad. Ofrecerán en el tiempo nuevas oportunidades tanto como serios obstáculos a su desarrollo. Su exploración requiere de perspectivas capaces de recoger restricciones severísimas como la inestabilidad macro nacional y de cómo esta altera las expectativas por alguna actividad específica, la astringencia en el financiamiento de nuevos proyectos y en general la confianza por acometer nuevos negocios.
Los enfoques de tipo macro y de stock se muestran insuficientes para imaginar planes de negocio. Es sugerible centrarse en la sensibilidad de proyectos específicos a cambios inciertos y relaciones inéditas del entorno. La crisis sanitaria acelera en forma determinante la transición energética. Será un vector para regiones como la patagónica. Allí se produce hidrógeno y energía eólica, pero convertir iniciativas parciales en actividades económicas sectoriales supone una serie de incentivos hoy pendientes y fundamentalmente de tiempo.
Se esperan precios altos en los alimentos de consumo humano en general para los próximos años, así como formas novedosas de producirlos. Se relacionan con la sustentabilidad de las explotaciones y la salubridad de los productos en variantes que asocian niveles inéditos de incorporación de tecnología. El asunto opera como un segundo vector. Entre otras opciones, el litoral marino argentino ofrece condiciones ciertas para la industria acuícola, tan innovadora como escalable. Las iniciativas en marcha en contraste, tienen un estado embrionario aun cuando podrían representar una enorme oportunidad.
Las actividades económicas de bajo contacto como el que parece requerir el cuidado sanitario actual, asocia la conectividad permanente entre cosas y personas durante procesos continuos de producción y distribución sobre plataformas digitales. La automatización de actividades industriales y de servicios asocia oportunidades de desarrollo al alcance de las capacidades regionales de investigación y desarrollo. Tercer vector. Sin embargo, muestran una escasa orientación a los procesos de mercado reales y ninguna al comercio exterior. En contraste con la generalidad, el caso de la alta tecnología exportable de INVAP sugiere un ejemplo de inserción a estudiar con detalle.
Los mercados son esencialmente un medio de conocimiento disperso. He ahí nuestro desafío más importante. Su sistematización permite identificar oportunidades de negocio y estas redundan en nuevas actividades y empleo si se logra hilvanar en planes concretos. Producir, canalizar y explotar información de uso comercial constituye tanto una habilidad empresaria como una necesidad de coordinación interinstitucional para promover nuevas actividades en regiones como la patagónica. La difusión y la formación en economía y negocios, la identificación de fuentes alternativas de financiamiento de nuevos proyectos y la contribución de la investigación científica a nuevas actividades económicas constituyen el trabajo mismo de redes entre empresas e instituciones. Se trata de una actividad prioritaria para traccionar procesos de cambio reales y orientar la imaginación y los esfuerzos al comercio exterior. Ello es lo que nos ocupa hoy.