Opinión: «Comparar para aprender» por Jorge Sánchez
Entre tantas transformaciones aceleradas, la educación y particularmente la superior es un caso que conviene seguir y entender a efectos de nuestro interés. Los entornos de enseñanza y aprendizaje hibridando medios físicos y digitales ofrecerán en poco tiempo enormes recursos para docentes y alumnos. Capitalizarlos en la capacitación y el entrenamiento requerirá de cursantes proactivos en la exploración y experimentación de sus intereses formativos y docentes capaces de darles orientación y seguimiento. El desafío es construirlos de manera paulatina en instituciones que por su función son necesariamente conservadoras. Este es el trance que vive la generalidad de las universidades y la mayoría de sus docentes.
Las iniciativas en sentidos nuevos evidentemente han explotado y una particularmente promisoria al trabajo de cátedra es el intercambio de expositores. Es claro que existía, solo que el costo y diversidad de medios en las comunicaciones más la disposición generalizada al experimento que atravesamos invita a hacerlo con referentes profesionales, centros de formación y de pensamiento casi de cualquier punto del planeta. Si estas prácticas se transfieren al trabajo de cursantes inscriptas en su entrenamiento, los familiarizarán con nuevos puntos de vista sobre intereses comunes o análogos, les facilitarán el conocimiento de nuevas metodologías prácticas y de referencias alternativas de investigación casi en tiempo real.
En una experiencia de este tipo en la sede Casanare de la Corporación Unificada Nacional de Educación Superior CUN (Colombia), hemos establecido como ejes de trabajo algunos de interés a la agenda de esta columna que giran en torno al desarrollo regional en el sur de Chubut Argentina. El Departamento de Casanare al este de Colombia combina actividades agropecuarias con la industria del petróleo y el gas. Tiene una población parecida a la nuestra, centros educativos consolidados y algunos círculos académicos y empresarios buscan conocer enfoques que sirvan a exploraciones análogas a las nuestras. Podrían ser articuladas como trabajo de cátedra orientado al abordaje de problemas relacionados con el desarrollo. El análisis comparado se espera, sugiera nuevas perspectivas para la acción tanto en materia de investigación como de entrenamiento profesional.
El fenómeno común es la transformación económica que enfrenta Latinoamérica. Lo que podríamos ganar en el ejercicio es la comprensión consistente del fenómeno para al abordaje del desarrollo regional en cada lugar. Será necesario construir una agenda partiendo de nociones elementales que orienten la exploración sistemática a ambos lados. Los pasos ulteriores podrán contribuir al entrenamiento e incluso a eventuales intervenciones.
Generalmente se conviene que en el mediano y largo plazo la región preservará su condición de proveedor de recursos naturales y energía, pero la digitalización de las actividades económicas plantea enormes desafíos. Dinámicas e impactos que serán particulares a cada lugar y tipo de economía, comportarán enormes diferencias. El efecto inmediato de la crisis sanitaria entretanto, ha sido una caída de los niveles de actividad y empleo hasta cotas dramáticas. La Comisión Económica para América Latina CEPAL consignaba días atrás al trance actual como la crisis más importante en la historia de la región. El Banco Mundial ha estimado la caída del producto regional en el orden del 12 por ciento para 2020.
Sin embargo, desde el punto de vista de la búsqueda de oportunidades tanto como de la formulación de políticas sectoriales son necesarios recortes acotados a áreas geográficas, sectores de actividad u otros criterios que permitan ubicar el análisis en la trama de relaciones y procesos en los que transcurren realmente las decisiones de agentes económicos y reguladores de cada actividad, al momento histórico de su evolución y otras restricciones del clima de negocios particular.
Se trata de un esfuerzo ciertamente más extendido que identificar linealmente los elementos de un pretendido ecosistema empresario. No hay tal cosa sin las relaciones que efectivamente contribuyan a la promoción de actividades y empleo. De manera que la primera indagación es si la actividad de interés opera sobre algo que pueda consignarse como sistema premeditado. Sin una comprensión realista de esos entornos, la evaluación de oportunidades o la formulación de política sectorial perderá en confiabilidad.
Ello remite a las herramientas empleadas en los abordajes de la realidad. La dinámica de los procesos económicos y sociales que pretendemos comprender en cada lugar en primera instancia, no admite generalizaciones ni traspolaciones acríticas. Atraviesan cambios que se inscriben en procesos que no son lineales. Incluso la irrupción de fenómenos como fueron la pandemia y la crisis sanitaria asociada, suponen de todas maneras una evolución histórica que es necesario escudriñar aun cuando nuestros enfoques al establecer relaciones de causa y efecto no nos ayuden como esperamos. La complejidad va dejando de ser un adjetivo para convertirse en una metodología empírica por ensayar.
Por último es necesario revisar el papel de empresario y el emprendedor en los escenarios concretos donde se espera la creación de nuevas actividades y empleo merced a la inversión privada. Resulta claro que estas funciones asumen la existencia de mercados competitivos. En ellos transcurrirían procesos en los que la iniciativa empresaria descubre necesidades y preferencias que satisface asumiendo los riesgos asociados a ofrecer satisfactores por vía de la especulación y la innovación. En tal caso, es necesario relacionar esta función social con los entornos macroeconómicos e institucionales que la promueven o la inhiben. Y verificar si es la competencia en mercados abiertos de bienes y servicios lo que articula en definitiva la creación de riqueza en cada lugar.