LA DISTANCIA SOCIAL Y LA VECINDAD
Graciela Hernández. Psicoanalista M.P. 0047
El otro día haciendo cola en un supermercado, una clienta, con cierto tono de reclamo a la cajera, le decía que si la persona que le seguía en la cola, estaba a la distancia adecuada, según se debe cumplir por protocolo COVID 19.
Ella le contestó que sí, y le explicó amablemente hasta donde eran los límites permitidos. Mi pregunta y reflexión, es la siguiente: Más allá de cuidar el distanciamiento social, que es lo que se debe cumplir según protocolo y no provocar que hayan más personas contagiadas, es que pude en ese reclamo, escuchar algo disruptivo, algo que se había roto, en una población relativamente pequeña, el sentimiento amoroso de la vecindad, por lo peligroso que se a-vecina.
La boca tapada, junto con la palabra encerrada, críptica, excluyente, en vez de una palabra que apunte a un decir más cercano y aireado que no rompa el distanciamiento social (espacial), pero que acerque topológicamente. El concepto de la vecindad, la proximidad, es una definición de lo cercano, significa que algo diferente y aún con distancia social esté en el horizonte de la vecindad.
Lo amoroso, la solidaridad de la vecindad, no se define por la proximidad o contigüidad, o no contigüidad. Así que es contingente. Aunque busquemos el protocolo justo, no por ello se va a producir o no la vecindad.
Hay un antes y un después, nada será igual, después de esta pandemia, habrá que inventar, crear dispositivos, ante este retorno feroz.
Escuchar la singularidad de cada sujeto, es una decisión ética, el acercamiento a través de la palabra, del lenguaje, del Inconsciente, para hacer frente a las consecuencias y efectos que dejará la pandemia.
Sólo a través de la palabra, escuchando a otros, hacerse escuchar y a su vez escuchar-se.
Algunos dicen que estamos en un túnel del cual no se sabe si hay luz al final, yo prefiero creer como en el Mito del Minotauro, en donde Teseo venció a la bestia primero dando rodeos hasta agotarla, luego lo enfrentó y lo venció, ayudado por el hilo de Oro de Ariadna pudo salir del laberinto y encontrar la salida.
Sólo sé que habrá otros desafíos, otras contingencias y tendremos que encontrar no sólo vacunas, que salven vidas, sino modos de ir bordeando a través de la palabra, como acotar la angustia ,y escuchar a un sujeto, que no es lo mismo que atender un organismo.
El virus no habla, es un real sin ley, pero ha creado un sujeto colectivo, la humanidad en su conjunto ocupada de este tema, lo que si provocará es un cambio en el discurso, y a la vez fenómenos de segregación, actitudes y actos xenófobos por un lado y una solidaridad enorme por el otro.
El modo de atender a pacientes en forma virtual, ha sido un modo de arreglárselas, ante la pandemia y el confinamiento. Hay distintas posiciones al respecto, entre los mismos analistas, algunos piensan que sólo en casos excepcionales, como en la pandemia o con pacientes que viven lejos u otras situaciones, otros que pueden seguir atendiendo de esta manera, yo prefiero pensar que es importante la presencia real del analista en la realidad.