El 7 de junio de 2025, Argentina conmemoró el Día del Periodista, una fecha que honra la fundación de La Gazeta de Buenos Ayres por Mariano Moreno en 1810, pero que este año se vivió bajo un manto de tensión y resistencia. En un país azotado por una crisis económica implacable, sueldos que no alcanzan y un clima de hostilidad hacia la prensa, los periodistas se reunieron en plazas y redacciones para reivindicar su rol esencial en la democracia. Sin embargo, las celebraciones estuvieron marcadas por un sabor agridulce: la profesión enfrenta uno de los momentos más duros desde el retorno democrático, con agresiones gubernamentales, represión en las calles y condiciones laborales que rozan la precariedad.
Un acto de resistencia en Plaza de Mayo
En Buenos Aires, la Plaza de Mayo fue el epicentro de un acto convocado por sindicatos como el SiPreBA (Sindicato de Prensa de Buenos Aires) y la FATPREN (Federación Argentina de Trabajadores de Prensa). Cientos de periodistas, fotógrafos y camarógrafos se congregaron bajo un cielo gris, sosteniendo pancartas que rezaban “Sin prensa libre, no hay democracia” y “Basta de represión”. El acto no solo celebró la vocación periodística, sino que también sirvió como un espacio para denunciar las dificultades que atraviesa el gremio.
“Es el peor Día del Periodista en 41 años de democracia”, afirmó Carla Gaudensi, secretaria general de SiPreBA, ante una multitud que coreaba su indignación. “Los sueldos de pobreza no nos permiten vivir, y los ataques del gobierno de Milei y Bullrich nos quieren callar. Pero no nos van a silenciar”, sentenció, mientras los presentes aplaudían. Según un informe del sindicato, el salario promedio de un periodista en Argentina en 2025 apenas supera los 400.000 pesos mensuales, un monto que, con una inflación que aún ronda el 50% anual, no alcanza para cubrir la canasta básica.
Una crisis económica que ahoga
La crisis económica que atraviesa Argentina ha golpeado con fuerza al sector periodístico. Los medios, especialmente los independientes y los regionales, enfrentan dificultades para mantenerse a flote. Muchos han cerrado o reducido sus planteles, dejando a cientos de trabajadores en la incertidumbre. “Trabajo en un diario digital y gano lo mismo que hace tres años, pero todo cuesta el triple”, confesó Lucía Fernández, una periodista freelance de 29 años, mientras sostenía un cartel en el acto. “A veces tengo que elegir entre pagar el alquiler o comer bien. Esto no es vida”.
La devaluación del peso, el aumento de costos operativos y la falta de pauta publicitaria oficial —que el gobierno de Javier Milei ha restringido drásticamente— han profundizado la precariedad. Según datos de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA), más de 1.500 trabajadores de prensa perdieron sus empleos entre 2023 y 2025, y los que permanecen enfrentan contratos precarios o condiciones de monotributo que los dejan sin derechos laborales.
Hostigamiento y represión en las calles
Pero la crisis económica no es el único desafío. El gobierno de Javier Milei, con su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, a la cabeza, ha implementado políticas que han generado un clima de hostilidad hacia la prensa. Desde su asunción en diciembre de 2023, Bullrich ha promovido un protocolo antipiquetes que no solo busca disolver protestas, sino que también ha resultado en agresiones directas contra periodistas que cubren manifestaciones. En marzo de 2025, durante una marcha de jubilados frente al Congreso, las fuerzas de seguridad al mando de Bullrich reprimieron con gases lacrimógenos y balas de goma, dejando a tres fotógrafos heridos, entre ellos Antonio Gómez, quien sufrió una fractura en la mano tras recibir un impacto. Además de Pablo Grillo impactado en su humanidad y quien sufriera pérdida de masa encefálica. Por otro lado a pesar de los multiples heridos y cada marcha de los días miércoles, que encabezan los jubilados, también se han provocado detenciones como la de Tomi Cuesta reportero de la agencia AFP.
“Cubrir una protesta hoy es jugarse la vida”, relató Mariana Torres, fotoperiodista de un medio independiente. “Te tiran gas, te empujan, te confiscan el equipo. Y encima, desde el gobierno nos llaman ‘ensobrados’ o ‘prostitutas de los políticos’. Es una estrategia para deslegitimarnos”. Las palabras de Torres hacen eco de las declaraciones de Milei, quien en mayo de 2025, durante un streaming, insultó a periodistas de varios medios, incluyendo La Nación y Perfil, acusándolos de “mentirosos” y “lacra inmunda”. Estas agresiones verbales, sumadas a la denuncia de tres periodistas por “calumnias e injurias”, han generado un ambiente de temor y autocensura.
Organizaciones como Amnistía Internacional han registrado decenas de ataques contra periodistas críticos del gobierno, incluyendo a figuras como Carlos Pagni y María O’Donnell. Un informe de Reporteros sin Fronteras señaló a Argentina como uno de los países donde la libertad de prensa está en retroceso, citando el “desmantelamiento de medios públicos” y el uso de la publicidad estatal como “arma política”.
La voz de los que no se rinden
A pesar de las adversidades, el Día del Periodista también fue un espacio para reafirmar el compromiso con la verdad. En Rosario, un grupo de periodistas organizó un taller abierto sobre periodismo de investigación, mientras que en Mendoza se proyectó un documental sobre la historia de La Gazeta de Buenos Ayres. En las redes sociales, bajo el hashtag #DíaDelPeriodista, miles de comunicadores compartieron historias de resistencia y reflexiones sobre su rol en la sociedad.
“Ser periodista en Argentina hoy es un acto de valentía”, escribió en X el periodista Hugo Alconada Mon, quien ha denunciado ataques informáticos tras revelar un plan de espionaje del gobierno de Milei. “Nos atacan porque saben que nuestro trabajo incomoda. Pero no nos van a parar”.
En la Plaza de Mayo, al cerrar el acto, un grupo de estudiantes de comunicación se unió a los periodistas para leer un manifiesto. “La prensa libre es el oxígeno de la democracia”, proclamaron. “No queremos un país donde callen las voces críticas. Seguiremos informando, a pesar de los palos, los gases y los sueldos de miseria”. La multitud estalló en aplausos, y por un momento, el frío de junio pareció menos pesado.
