La historia de Negro nunca fue una historia quieta. Desde los tres meses recorre rutas, fronteras y terminales junto a Nicolás Salas, un joven mochilero que lo considera su única familia. Pero el pasado martes, ese camino que llevan andado por 12 países quedó detenido en un instante: el perro, entrenado para reaccionar ante situaciones de violencia, se interpuso para defender a una mujer que estaba siendo golpeada en la Plaza de la Chimenea, en San Ramón de la Nueva Orán, y terminó gravemente herido de una puñalada.
Según contó Nicolás, todo ocurrió en segundos. Negro detectó la agresión y se lanzó directo a proteger a la víctima. “Lo tengo entrenado para intervenir cuando vea un hecho de violencia y eso hizo”, relató con la voz quebrada. La reacción del agresor fue brutal: atacó al perro con un cuchillo, dejándolo al borde de la muerte.
El animal fue asistido primero por una integrante de la Policía de Salta y luego trasladado a una clínica veterinaria. Nicolás agradeció el apoyo recibido: “Gracias a los vecinos de Orán, al veterinario y a la policía. Negro sabe que no se me puede morir, todavía tenemos muchos caminos por recorrer”, expresó, conmovido.
En sus palabras aflora el vínculo construido en años de convivencia. Negro ha sido su guía, su refugio y su sostén emocional a lo largo de miles de kilómetros. “Es un ángel”, resume el joven al recordar cómo se encontraron y cómo el perro se transformó en parte inseparable de su vida.
Hoy Negro permanece en observación. No puede caminar, el dolor es constante y su evolución es seguida de cerca por los veterinarios. Aunque la puñalada fue profunda, no alcanzó órganos vitales, un dato que deja una luz de esperanza. “Es fuerte y tiene ganas de vivir. Seguramente se recuperará”, confía Nicolás.
























