En la Argentina, las olas de calor se han vuelto cada vez más frecuentes y extensas en las últimas décadas. Según datos del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), en la década de 1960 se registraban entre 20 y 40 olas de calor por año. En cambio, en la última década (2013-2023) esa cifra aumentó a un promedio de 80.
Además, se observaron picos históricos: se registraron 140 eventos de calor extremo en el verano de 2013-2014 y 160 en el de 2022-2023. Ese aumento también se ha reflejado en la duración de los eventos: 9 de los 10 períodos de olas de calor más extensos en el país ocurrieron en los últimos 20 años.
En el contexto del cambio climático que afecta al planeta, la intensificación y la mayor frecuencia de las olas de calor preocupa a la comunidad científica porque tienen su impacto en la salud pública. Están asociadas con mayores tasas de morbilidad y mortalidad, aunque no siempre la población percibe los riesgos.
“Las olas de calor pueden matar a las personas. Quizá todavía no hay tanta conciencia sobre sus riesgos”, dijo a Infobae la doctora Matilde Rusticucci, investigadora en climatología del Conicet, profesora emérita de la Universidad de Buenos Aires (UBA), y autora de reportes del Panel Intergubernamental de expertos sobre el Cambio Climático (2004 – 2022).
Sin embargo, “está demostrado que la exposición a una ola de calor aumenta el riesgo de mortalidad especialmente en los niños, los adultos mayores de 65 años, las personas sin acceso a una vivienda para obtener un reparo y las personas que trabajan al aire libre, como las fuerzas de seguridad o los repartidores”, expresó Rusticucci.
Cada ola de calor no significa un día con la temperatura muy alta. Es un período prolongado de temperaturas inusualmente altas, que suelen durar al menos tres días consecutivos y exceden las condiciones normales de temperatura para una región determinada.
Las olas de calor son particularmente peligrosas para los grupos vulnerables. El informe The Lancet Countdown América Latina destacó que en el período 2013-2022, las personas menores de un año y las mayores de 65 años experimentaron, en promedio, un 187% y un 220% más de días de olas de calor por año que entre los años 1986-2005.
“Las manifestaciones más tempranas del calor extremo en la salud son el agotamiento, la deshidratación, los calambres o los edemas”, detalló en diálogo con Infobae Francisco Chesini, licenciado en salud ambiental, magíster en salud pública, docente de la Universidad Nacional de José C. Paz, en provincia de Buenos Aires y miembro de la Sociedad Iberoamericana de Salud Ambiental.
Las altas temperaturas pueden también tener efectos en el embarazo, que se traducen en partos pre término y bajo peso al nacer.
Otro efecto es el golpe de calor. Se trata de la forma más grave de lesión por calor. Puede ocurrir si la temperatura del cuerpo alcanza los 40 grados o más. Si no se lo trata como una emergencia médica, puede dañar rápidamente el cerebro, el corazón, los riñones y los músculos.
Junto con colaboradores, la doctora Rusticucci publicó uno de los primeros estudios sobre los impactos en la mortalidad por olas de calor en el país. Abarcó los fenómenos que ocurrieron entre los años 2001 a 2012 para Buenos Aires y 2001 a 2011 para Rosario.
Encontraron que la población, tanto en Buenos Aires como en Rosario, es susceptible a las altas temperaturas extremas. Los adultos mayores de 65 años representaron entre el 70-80 % de los fallecidos.
Durante el verano de 2013-2014, uno de los más calurosos registrados, se observó un aumento del 23% en la mortalidad general, con 1.877 muertes en exceso atribuidas a este fenómeno.
Recientemente, Chesini, que es coautor del reporte The Lancet Countdown Latinoamérica, presentó su tesis de maestría en salud pública de la UBA. Demostró que entre 2005 y 2019 en varias ciudades argentinas hubo un incremento en la mortalidad general por olas de calor: en Buenos Aires, un 6 %; en Mendoza, un 11 %; en Corrientes, un 12 %; en Rosario, un 13 %; en San Miguel de Tucumán, un 23 %; y en La Rioja, un 27 %.
Las recomendaciones indicadas por el Ministerio de Salud de la Nación para evitar los efectos de las olas de calor sobre las personas son:
- Aumentar el consumo de agua sin esperar a tener sed para mantener una hidratación adecuada.
- No exponerse al sol en exceso, ni en horas centrales del día (entre las 10 y las 16 horas).
- Prestar atención a los bebés, niños y niñas y a las personas mayores.
- Evitar las bebidas con cafeína, con alcohol o muy azucaradas.
- Evitar comidas muy abundantes.
- Ingerir verduras y frutas.
- Reducir la actividad física.
- Usar ropa ligera, holgada y de colores claros; sombrero, anteojos oscuros.
- Permanecer en espacios ventilados o acondicionados.
- Recordar que no existe un tratamiento farmacológico contra el golpe de calor y sólo las medidas anteriores pueden prevenirlo y contrarrestarlo.
Fuente: Infobae