La Administración Nacional de Aviación Civil certificó el pasado 21 de octubre, al avión experimental construido por Guillermo Casamayú y Juan Martín Escobar. El paso final luego de casi 8 años de trabajo.
Los jóvenes radatillenses comenzaron el sueño de construir un avión propio a comienzos de 2012, tras presenciar el festival aéreo que se realiza en OshKosh, Wisconsin, Estados Unidos. A partir de allí nada fue igual y comenzó el “Proyecto Correcaminos”
Así lo recuerdan los constructores y el momento en que la inspiración llegó para comenzar el camino de un sueño. “Todo comenzó en USA, con los amigos Diego Ariztegui, Alfredo Negri, Cucú Celada y mi tío Martín Rappallini, que me invitaron a Houston (Texas) para ir volando hasta Oshkosh 2010’ en unos aviones experimentales.” Además Escobar agrega “En Houston nos encontramos con Eduardo Iglesias, quien nos tenía todo listo para salir en dos RV7 y un RV6, cruzando todo el centro de USA de sur a norte para luego aterrizar en el aeropuerto más congestionado del Mundo”.
Oshkosh es para los fanáticos, la “Meca” de la aviación “es el festival aéreo al que todos deberían ir al menos una vez en la vida, asisten unos 12 mil aviones de todas las categorías y de diferentes partes del Mundo” señala con énfasis Juan Martín “Tinti” Escobar.
Luego de éste viaje inicial, “Tinti” contactó a su amigo de la infancia, Guillermo Casamayú y le contó lo que vivió. “Con Guille somos amigos – hermanos – desde parte de la escuela primaria, toda la secundaria, algo de la universidad, y además yo le enseñé a volar.” En Casamayú encontró el socio perfecto para la aventura “me encontré con alguien que está mucho más loco que yo, que sin conocer absolutamente nada del avión del que le estaba hablando y tan sólo con escuchar lo que yo le contaba, me dijo vamos para adelante, armemos ese avión.”
Escobar es joven piloto vuelos comerciales y ha trabajado en líneas aéreas internacionales como LAN. Por ello debía repartir su tiempo entre el trabajo y su proyecto. Lo propio hacía Casamayú, “Guille desde Comodoro también organizaba sus días libres para que coincidan con los míos y así poder entre los dos sacar adelante el Proyecto. Que, dicho sea de paso, queríamos que sea un avión construido en la Patagonia, y lo queríamos armar nosotros. Patagonia no es una marca, es nuestra casa.” resalta Escobar.
“El Proyecto fue adquiriendo su color tras el resurgir de una idea originaria que consistía en fabricar un Avión Experimental apropiado que cumpla con la doble función de transporte y diversión, que nos permitiera volar por la Patagonia, por Argentina y quizás por todo el Mundo. Compartiendo y generando un intercambio intercultural permanente y fomentando valores universales” señalan los constructores.
Claro está que un proyecto de éste carácter no podía hacerse sin ayuda. Desde el aeroclub les abrieron sus puertas para que inicien el proyecto y además contaron con aportes de conocimiento de distintas latitudes.
“Descubrimos grandes amigos de distintas partes del Mundo que también estaban metidos en el tema, y nos dieron una ayuda tremenda, Diego Soto y Germán Müller de Argentina, dos cracks que siempre dan soluciones, Mike Bullock de USA, con un blog impecable, Marco Grilli de Italia, con sus manuales profesionales al mejor estilo Airbus, Michel Gordillo de España, que con SkyPolaris nos inspiró a hacer grandes viajes, entre muchos amigos más…”
La construcción
Cabe aclarar que ninguno de los entusiastas soñadores son ingenieros aeronáuticos, aunque saber leer inglés, les fue de mucha utilidad para leer manuales anglosajones “Sabemos cosas básicas de mecánica, yo estudié Ingeniería Industrial y trabajé en el Aerotaller y Guille también estudió Ingeniería y tiene otro taller, pero nunca habíamos hecho algo tan complejo -hasta ese entonces – aclara.”
Descubrimos un Mundo muy solidario y abierto a las consultas en foros aeronáuticos, y una comunidad de constructores aficionados que siempre fueron guiándonos.
“Todo eso, junto con que Van’s Aircraft es el diseñador de los aviones experimentales más vendidos del Mundo, y que tiene un producto y manuales de alta calidad, hicieron que enseguida entendiéramos cómo eran las técnicas y secuencias del armado”.
El “Hangar Próspero Palazzo”, del Aeroclub Comodoro Rivadavia los acobijó y comenzaron a identificar las partes del aeroplano Van’s RV-7 que esperaba la mano artesanal del ensamblado. En su alocución, Escobar recuerda “Una tarde se acerca Gerardo Pereiro y nos dice “che Proyecto Delfín” vengan a trabajar dentro del taller, tienen mejor luz, algo de calefacción, herramientas, en fin muchísimas más comodidades. Para nosotros trabajar ahí adentro del taller era como entrar a un quirófano comparado con el hangar, así que ni lo dudamos y para allá movimos parte del “esqueleto” del avión”.
“Se preguntarán por qué Gera nos dijo “Proyecto Delfín”… porque según él hacíamos una boludez y después nada, nada y nada… Jajaa hacíamos lo que podíamos…”
La aventura también tuvo sus dificultades no sólo en cuestiones técnicas “También pasamos momentos de grandes complicaciones, como por ejemplo para importar cosas de USA, por el complejo escenario que transitaba la Argentina, pero logramos sortearlas. Con mayores costos y demoras, lógicamente.”
Por su parte el motor vino fallado desde Canadá, por lo cual debieron desmontarlo y esperar la llegada de un segundo motor, el cual tuvo su puesta a punto “en el taller de Adrian Biasussi”.
Luego de mucho tiempo, mucho esfuerzo y mucha colaboración de amigos y familia “esto recién empieza” afirma “Tinti” Escobar. “Ahora viene la parte más linda, y la que mejor sabemos hacer, ahora toca volar en -la máquina de los sueños-.”
El “Correcaminos” pide pista para despegar y abrazar al cielo, ese cielo donde los sueños de hacen realidad.
Fuente y Fotografías: Facebook Proyecto Correcaminos
