En la última rueda de mercado de la administración Fernández, los bancos continuaron deshaciéndose de sus inversiones en Letras de Liquidez (Leliq) y el Banco Central vendió reservas por otros US$119 millones, debilitando aún más su posición.
El BCRA aceleró la tasa de devaluación del peso, dejando que el dólar mayorista cerrara a $385 por unidad para la venta. El dólar minorista alcanzó los $400,50 y el «tarjeta» como así el «ahorro» llegaron a $1021,28.
Esta medida buscaba reducir el saldo negativo por las intervenciones en el mercado y desalentar las operaciones en diferido de un dólar promedio a $500 realizadas por los bancos para obtener una renta en pesos.